Después de la batahola de la semana pasada (parece que Pablo Grillo está mejor: lo celebramos), lo de este miércoles pareció una protesta en Suecia. Bueno, no tanto, porque hacia el final los muchachos se entusiasmaron y amagaron con tirar abajo las vallas, le pegaron a un cronista de TN y casi linchan a un tipo al que confundieron con un infiltrado, pero no hubo heridos ni detenidos y la policía no tuvo que tirar gases ni balas de goma.
Es cierto que hubo mucha menos gente. Algo contó nuestro editor general Hernanii en su newsletter de ayer. Sólo podemos especular sobre los motivos: el operativo tuvo más éxito para detener a los violentos antes de que lleguen, hubo menos “mano de obra” violenta contratada para pudrirla, la gente tuvo miedo de que la caguen a palos y no fue o simplemente perdieron el interés porque nunca hubo nada muy legítimo detrás de la protesta.
La realidad es que el Gobierno se anotó un poroto con la aprobación del DNU del acuerdo con el FMI (pese a que sus diputados volvieron a hacer un papelón) y evitando imágenes de violencia en las calles, que quizás no hagan mella en la opinión pública local, pero difícilmente seduzcan a inversores extranjeros.
Ahora se supone que a mediados de abril llega la tarasca, que se va a usar solamente para pagar vencimientos de la deuda que tenemos con el propio FMI. Mientras tanto, el dólar blue subió más de 3% los últimos dos días. ¿El mercado cree que estamos por salir del cepo? Es goloso el mercado.

Se cerraron las alianzas para las elecciones porteñas sin acuerdo entre el PRO y La Libertad Avanza. No es ninguna sorpresa, en realidad, pero con las cartas definitivamente sobre la mesa, podemos empezar a analizar el panorama: falta mucho para 2027, pero por primera vez hay chances reales de que el PJ gobierne la aldea gala desde Carlos Grosso (bueno, no estamos contando a Aníbal Ibarra, a Jorge Telerman ni a Jorge Domínguez, pero así sonaba más tremendista).
Todavía no sabemos quiénes van a ser los candidatos. Sólo está confirmado Leandro Santoro por el kirchnerismo, Paula Oliveto por la Coalición Cívica y Horacio Rodríguez Larreta, que va a ir por su cuenta contra el olor a pis. La UCR de Lousteau también tendrá su candidato (que será Lousteau u otro), LLA, el PRO y después está el eyectado Ramiro Marra, que quizás compita por las suyas. Ah, también anunció su candidatura Yamil Santoro por un espacio llamado Unión Porteña Libertaria, que tiene un logo llamativamente parecido al de Unión por la Patria, que, junto con su apellido, que es el mismo que el del candidato kirchnerista, hace creer a los malpensados que se trata de una avivada para robarle unos votos al ex radical. ¿Lo denunciarán en la Justicia Electoral? Yamil los espera sin drama.

Hay no pocos compatriotas en esta Argentina loca, loca, loca que en este tramo final del verano sufre mucho el calor. O, quizás, sufren más la humedad, que hace que suba la sensación térmica. Y no sólo eso, sino que hasta podríamos decir que hay gente que sufre mucho por la sensación de dictadura. Es decir, que entienden que el actual Gobierno se ha transformado —si es que no lo fue acaso desde el primer día— en un régimen dictatorial.
Podríamos admitir, y en Seúl se ha escrito bastante al respecto, que el Gobierno maneja una retórica muy dada a la confrontación, en general muy poco elegante. Bastante maleducada, incluso. Y que esa retórica suele llevarla al terreno institucional, como alardeando de su desprecio por las formas y los procedimientos. Podríamos extendernos en esta discusión, pero incluso cuando el Gobierno decidió jugar al límite con ciertas decisiones lo hizo siempre en el marco de las leyes vigentes. Es cierto que al día de hoy sigue empantanado con la situación de los dos jueces de la Corte Suprema designados en comisión y por decreto, quizás su decisión más cuestionable para el análisis de los constitucionalistas. Ahora bien: ¿una dictadura?
No nos gusta para nada argumentar con la fórmula “Los que defienden/atacan X son los mismos que antes defendieron/atacaron Y”. Alguna clase de falacia debe ser, si no la famosa imposibilidad de Arrow. ¿Pero en serio van a hablar de dictadura?
Lo hicieron también hace unos años apenas por algún desfile militar y el sonido de los motores de unos aviones, es cierto. Pero resulta que ayer se cumplieron cinco años del comienzo del ASPO. Más conocido como la cuarentena. Eso, la cuarentena. Porque la pandemia de COVID fue un fenómeno objetivo que hubo que enfrentar. La cuarentena en cambio fue una decisión. Y en la cuarentena pasaron cosas.
Y no, no fue que en algo andarían, ni tenían la pollerita corta, ni fueron unos pocos inadaptados o indeseables. Dejemos de lado cuántos y quiénes bancaron mucho, poco o nada la cuarentena, y por cuánto tiempo lo hicieron y ante cuánta evidencia de las cosas que pasaron. Porque no, no se trata de que se mantuvieron ocultas, sino que la información estuvo siempre ahí, y lo sigue estando. Porque algo bueno deben tener las redes sociales y la ubicuidad de los dispositivos con audio y video.
Ayer, en coincidencia con la fecha, el diputado Fernando Iglesias (colaborador habitual de Seúl) presentó un informe sobre los cientos de casos de violencia institucional y violaciones de los derechos humanos durante la cuarentena más larga del mundo. En la presentación estuvo acompañado por las diputadas Sabrina Ajmechet (también colaboradora habitual de Seúl) y… sí, Lilia Lemoine (no colaboradora de Seúl, al menos por ahora). En la elaboración de este informe tuvo además un rol muy destacado Gabriela Saldaña. Ella sí, también autora de Seúl. Este documento no tuvo hasta el momento mucha repercusión, incluso si en él se da cuenta de decenas de muertes por la acción de las fuerzas estatales. Pero no importa. La información está ahí, bien armadita y organizada, para cualquiera que la quiera leer. El que no se entera, es porque no quiere.
Pongamos que aquello tampoco fue una dictadura. Pero si no fue una dictadura, ¿qué fue? ¿Qué tal una infectadura, aquel término que tan nerviosos los puso? Y si no recordamos mal, esa palabrita la acuñó nuestro amigo Franco Rinaldi. Sí: colaborador de Seúl.
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