Gracias a Dios es viernes

#62 | Mi papá es menos golpista que el tuyo

Macartismo o estupidez en Cancillería. Iñigo Errejón no sobrevivió a la temporada de eclipses. El Dibu Martínez la ve.

Javier Milei trató de golpista a Raúl Alfonsín y estallaron las redes. Podrían desarrollarse muchas hipótesis acerca de, por un lado, la necesidad del presidente y del oficialismo en general, su militancia de base, sus comunicadores tuiteros, sus streamers, por plantear sus posiciones siempre en términos excluyentes, dicotómicos, violentos incluso. Este largo posteo no es más que una sucesión de disparates. La obsesión de Milei y de sus militantes por denostar la figura de don Raúl podría rastrearse seguramente en la animadversión de la antigua UCD y de otros partidos de derecha desde al menos los años ‘60, algo acrecentado luego por la férrea oposición del ingeniero Álvaro Alsogaray al gobierno radical en el momento de mayor popularidad de ambos partidos, en los ’80.

Desde luego, la UCD (que también supo compartir ideas y cuadros con el partido militar en un grado variable) ya en los ’90 sintió que había llegado, si no la hora de la espada, al menos la del ajuste y la liberalización de la economía de la mano del menemismo, la reinvención neoliberal del PJ. Más allá de las ideas y la gestión, de aquella alianza de pragmáticos, lo que le quedó a la UCD fueron los presos. María Julia Alsogaray, la más notable de ellos.

Pero claro que en La Libertad Avanza también está el componente del bando nacionalista y, por qué no, procesista. Es decir, dentro de ese conglomerado heterogéneo, informal y bastante informe que es el oficialismo, por el lado de la vicepresidente Victoria Villarruel encontramos también un rechazo claro a la política de derechos humanos del alfonsinismo. Rechazo que en estas últimas semanas se expresó nada menos que en la reivindicación de la figura de Isabel Perón. Cartón lleno, éramos pocos y parió Chabela.

Más allá del intento de análisis político o ideológico del continuado ataque de LLA contra Alfonsín (atizado además por el no menos espurio rescate que ha intentado el kirchnerismo abierto o vergonzante en los últimos años), lo cierto es que los modos y los términos de la polémica son bastante idiotas. Desde luego, no hace falta santificar a Alfonsín ni llamarlo una y otra vez “el padre de la democracia”. Menos aún hacen falta esas reacciones airadas y bastante ridículas que provoca en el propio radicalismo. Si toda esta polémica no es más que otro ardid comunicacional para ocupar siempre el centro de la agenda pública, tampoco se puede negar que se trata de un intento bastante torpe y desagradable de reescritura de la historia. Fingimos demencia mientras la economía se ordena y festejamos. ¿Hasta cuándo? Renuncie, montonero Raúl.

Alfonsín fue lo que fue. Cualquiera puede repasar el excelente libro de Pablo Gerchunoff acerca de su vida. Allí se lo exalta, se lo discute y se lo cuestiona, pero con buena leche. Reducir la cuestión a la actuación de Alfonsín y Eduardo Duhalde durante el final del gobierno de la Alianza es una jugada que apunta muy al fleje y un poco más allá también. Es, si se quiere, hasta infantil. “Mi papá es menos golpista que el tuyo”. O propio de una discusión tribunera entre hinchas de fútbol. “Vos no decís nada de ese penal porque la otra vez el VAR se hizo el boludo con el offside”.

Sería mejor no darles más importancia de lo debido a las polémicas públicas; sería mejor también que las polémicas públicas fuesen de un nivel un poco más alto. Porque, ¿para qué nos traen si saben cómo nos ponemos?

Diana Mondino fue casi la única figura pública con prestigio que apostó por Milei antes de que fuera presidente. Encabezó su lista de diputados en la Capital (fue elegida) y fue premiada con la Cancillería, un cargo antes aristocrático y ahora tan metido en el barro de la polémica como cualquier otro. El martes fue eyectada de su cargo por un voto irrelevante en la ONU y similar al que venía haciendo Argentina todos estos años. El voto es irrelevante porque es puro ritual y no cambiará en nada la situación de Cuba, a pesar de que sus penurias económicas tienen muy poco que ver con el embargo de Estados Unidos. Aun así, a la Casa Rosada le pareció muy importante: FIN para Mondino.

Los cronistas de Gobierno hablan de que Karina Milei la tenía entre ceja y ceja hace tiempo. De ser así, no habla bien del equipo de gobierno que estén dispuestos a sacrificar por pavadas a los leales y presentables. Ya son bastante poquitos, no les sobra gente como para andar revoleando a los que se corren un milímetro de la línea punteada. ¡Todavía falta mucho!

Más tarde, la Oficina de Prensa del Presidente, extraño pero exitoso artefacto de comunicación, mezcla de vieja y nueva escuela, publicó un comunicado donde explicaba el despido-renuncia de Mondino como un desvío de su política de tolerancia cero hacia Cuba. El último párrafo llamó la atención: “El Poder Ejecutivo iniciará una auditoría del personal de carrera de la Cancillería, con el objetivo de identificar impulsores de agendas enemigas de la libertad”.

Opositores exagerados empezaron enseguida a hablar de fascismo, estalinismo y macartismo, pero lo cierto es que la frase es un despropósito, porque la Cancillería no le pertenece al Poder Ejecutivo (es uno de los pocos cuerpos del Estado con un funcionamiento razonable), porque una auditoría ideológica no puede salir bien y sólo creará un clima de miedo y chupamedismo que no le sirve a nadie (ni siquiera al gobierno) y porque un empleado estatal idóneo tiene todo el derecho a hacer su trabajo sin ser porrista del gobierno de turno.

Termina la temporada de eclipses y España lo sabe: tras el escándalo del caso Errejón, se desmorona la izquierda madrileña. Quiénes no sepan quién es Iñigo Errejón deben empezar visualizando un flaquito de anteojos con cara de buen chico, un madrileño articulado y joven que, vestido con camisita y pelo corto, corría por izquierda y con aplomo a Pablo Iglesias, líder de Podemos, y era hasta hace dos días diputado y portavoz del partido político de izquierda SUMAR. Tienen que saber que Iñigo ha dado los discursos más conmovedores en contra la violencia machista que padecen las mujeres en todos los planos de sus vidas, y así como ha militado a lo largo de su vida política por la causa feminista y ha apoyado con su voto la Ley Orgánica 10/2022, conocida como la ley del “sólo sí es sí”, ha escrito, después de reconocer los reiterados actos de agresión sexual de los que varias mujeres lo acusan, la más conmovedora carta de dimisión: “He llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona. […] No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana”.

Los detalles del caso Errejón son tan jugosos que merecen un análisis profundo: Rita Maestre, su expareja, portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid, y Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo y Economía Social y vicepresidente segunda del Gobierno de España, serían dos de las tantas mujeres que lo habrían encubierto. Mientras esperás que llegue la nota de este domingo a las páginas de ésta, tu revista de confianza, te dejamos una reflexión: aunque la izquierda haya sido la primera fuerza política en levantar la bandera del feminismo, aunque la haya agitado en el aire con grandes movimientos ampulosos y el desdén intelectual y moral que caracteriza su mirada altanera, la revolución de las mujeres demuestra desde la capital española, a 7 años del primer #metoo, que no hay ninguna ideología, ningún poder político, ningún hombre influyente ni ninguna mujer carrerista capaz de destruir sus principios. La capacidad transformadora del feminismo no va a dejar en pie a ningún hombre que, por más fuerte que sea su liderazgo político, crea que puede ir por la vida tocando cuerpos subordinados de manera impune. Al parecer, la sociedad va entendiendo en su conjunto, a lo largo de todo su espectro, que el cuerpo de las mujeres no son objetos públicos y se deben respetar.

Habría que investigar por qué el gremio de los futbolistas es el que menos kirchneristas reúne. Entre artistas, académicos, científicos y escritores, siempre han sido mayoría o al menos los más ruidosos. En cambio, los futbolistas, pese a venir en su mayoría de las clases populares, suelen guardar silencio sobre sus opiniones políticas. Y ya sabemos que quien no se declara kirchnerista es porque no lo es. La excepción que confirma la regla fue Diego Armando Maradona.

¿Será porque pasan gran parte de sus carreras en el exterior y ven que hay algo más allá del peronismo? ¿O, quizás, al provenir de sectores populares, no experimentan esa “culpa de clase” que lleva a muchos a adherir a ideas progresistas? Estas son sólo algunas hipótesis superficiales; no es este el lugar para resolver el enigma.

Los jugadores de la Scaloneta se han mantenido siempre discretos. Evitaron reunirse con Alberto Fernández cuando volvieron a la Argentina tras ganar el Mundial de Qatar, y hasta Lionel Scaloni logró evadir el tema en tiempos de elecciones, cuando todos los clubes apoyaban a Sergio Massa. En una conferencia de prensa, al preguntarle si los clubes debían seguir siendo asociaciones civiles, contestó rápido: “No, en eso no me meto”.

Sobrevuela la idea de que a los pibes no les caen muy bien los kirchneristas. El Kun Agüero, aunque no jugó el Mundial, es parte esencial del grupo y es quien suele ser más explícito en sus opiniones. Recientemente, llegó a afirmar que los periodistas kirchneristas “son cómplices de la corrupción y el choreo que llevan años destruyendo el país”.

Ayer fue nada menos que el Dibu Martínez, flamante ganador del Trofeo Yashin al mejor arquero del mundo, quien fue un poco más allá y, en lugar de sólo criticar, también expresó un apoyo positivo: “¿Cómo veo a Argentina? La veo bien. Tengo familia que siempre viene para acá (Inglaterra) y te cuenta. Argentina es Argentina. Siempre la vas a amar. Yo siempre que voy, aunque poco, disfruto. Por años estuvo muy mal y ahora van cambiando cosas para que se pueda mejorar. Esperanzas siempre hay”. Sólo le faltó decir: “¡Viva la libertad, carajo!”.

Como era de esperar, las redes se llenaron de llanto kirchnerista, y la palabra “desclasado” fue trending topic. A continuación, compartimos los mejores tuits para disfrutar en familia:

“Después de escuchar al Dibu Martínez bancar las políticas de este gobierno de mierda, entiendo porque recibe un premio y celebra apoyándolo en los genitales. Podrá ser un gran arquero, pero es un reverendo PELOTUDO.”

@puellaok

“Ahí lo tienen al cargador de rivales. Es liberotario. Apoya los despidos, aumentos de tarifas, la falta de medicamentos, el odio a los jubilados, el cierre de las universidades públicas y que nadie coma cuatro veces al día. Tenía razón el Diego. Es arquero, no le duele el hambre del pueblo.”

@EnriqueAntonac1

“El Dibu es un degenerado que no se conforma con el éxito, la fama y el dinero. Está metiendo a los jóvenes que lo siguen y lo consideran su ídolo en la adicción al juego. La ludopatía infantil es un lugar muy difícil salir, que te lleva a las drogas, el alcohol y el delito.”

@donabrahan3

“A mí me parece que ataja bien, pero es un recontra mil pelotudo, y lo demostró con los bailecitos y poniéndose cosas en la poronga. Se fue de chico y ni sabe cómo se vive en Argentina. Mirá si va a importar su opinión.”

@gabopep

Para cerrar, te dejamos este opus de @therealbuni, creado con inteligencia artificial, para arrancar el viernes tarareando.

Si te gustó esta nota, hacete socio de Seúl.
Si querés hacer un comentario, mandanos un mail.

Si querés suscribirte a este newsletter, hacé click acá (llega a tu casilla todos los viernes).

Compartir:

Seguir leyendo

Ver todas →︎

#66 | La ficha no se mancha

Milei dijo culo. La izquierda prolija de Uruguay.

Por

#65 | El nazi es el otro

El llanto de Longobardi. China ataca a Colapinto.

Por

#64 | Estados Unidos: todo el poder a los nerds

El Gobierno tribunea con la jubilación de Cristina y hace bien. El kirchnerismo ve la baja de la inflación y parece que entiende, pero no.

Por