Gracias a Dios es viernes

#53 | El Menemóvil corregido y aumentado

Tomando la leche con Carozo, Narizota y Astiz. García–Mansilla, enamorado de la Constitución. Cris Morena, pionera del pobrismo.

Es sabido que La Libertad Avanza no es ni un partido ni una coalición, sino algo que se parece más bien a un rejuntado pintoresco –si se lo mira con cariño– o a una bolsa de gatos –si vamos a ser más severos–. En este conglomerado se pueden encontrar los ejemplares más curiosos: neomenemistas, cosplayers, saldos peronistas de tercera y cuarta línea, propietarios e inquilinos de sellos de goma partidarios, exponentes de las subculturas juveniles más extrañas, nacionalistas línea Falcon verde, anarquistas, libertarios y hasta dicen que algún que otro liberal. El Menemóvil del ’89, o sea, digamos. Corregido, aumentado y actualizado a la tercera década del siglo XXI.

Pero claro, como no pocos suelen señalar, lo que te lleva a ganar no necesariamente te permite gobernar. Por eso es que semejante armado pegado con engrudo y a las apuradas tiene como efecto más llamativo una seguidilla de escándalos públicos en los que los muchachos libertarios, ya sea que se estén peleando o reproduciendo, se tiran con de todo. Puede ser porque un senador no se quiere comer el sapo del juez Lijo en la Corte; o porque pasó que un grupo de diputados fueron a ver a unos viejitos simpáticos, un poquito condenados por delitos de lesa humanidad, eso sí (ver abajo); o porque se arma la bronca con la vice si resulta que no se deja coordinar.

Sí, la prisión efectiva y no domiciliaria para octogenarios –para cualquier octogenario– es un tema que debería revisarse. También la cuestión de las víctimas de las organizaciones armadas de los ’70. Pero justamente, cuando temas tan delicados –que deberían tratarse con la debida seriedad y con las formas institucionales acordes– terminan en las manos equivocadas por el mencionado “efecto bolsa de gatos”, lo más probable es que terminen bastardeados. Del nivel de procesismo en sangre de Victoria Villarruel se puede discutir, desde luego, pero más cuestionable es que se lance sola a impulsar la reapertura de causas, presumiblemente por encima de la división de poderes y acaso como una contracara de los muy discutibles “juicios de lesa” que en su momento instrumentó el kirchnerismo.

Otros casos resultan más curiosos: vean si no el hobby de Guillermo Montenegro (no confundir con el intendente de Mar del Plata), uno de los diputados que organizaron la visita a Astiz: la industria del juicio laboral.

Esa cosa de partido de nueva derecha, que suele ofender a los que tienen el prefijo “ultra” muy fácil, también resulta irritante cuando insisten en responder a los excesos del kirchnerismo con batallas culturales tan truchas e importadas como la agenda woke que dicen combatir. Y como si la lucha contra la inflación, la recesión y los mil quilombos económicos ya se hubiese resuelto y fuera el tiempo de cantar las loas a los próceres que lo hicieron posible.

Es entonces hasta ridículo que sea justamente Mariano Cúneo Libarona el que haya provocado el escándalo que provocó en el Congreso con sus comentarios sobre la diversidad y la identidad sexual. En primer lugar, porque nos preocupa un poquito más el tema del juez Lijo en la Corte. Segundo, porque son todos de Angola. Tercero, porque la línea tradición, familia y propiedad no le queda bien, ministro. Cuarto, porque lo de dejar el micrófono abierto y escudarse en que está citando al presidente parece casi un gesto para forzar que lo rajen. Y finalmente, porque si el kirchnerismo hizo de esta cuestión –como de tantas otras– un curro, no significa que nadie esté pidiendo que el Estado se vaya de mambo tan violentamente para el otro lado.

La diputada Lourdes Arrieta prendió el ventilador de caca y publicó varios chats del grupo de WhatsApp creado por el sacerdote Javier Olivera Ravasi en el que se coordinó la visita a detenidos por delitos de lesa humanidad. En las capturas se reveló un plan para presionar políticamente por la prisión domiciliaria de presos mayores de 70 años, un beneficio que se les niega sistemáticamente, presumiblemente por motivos políticos. Pocos días después, abandonó el bloque de La Libertad Avanza.

Se pueden decir varias cosas sobre el hecho. Acá van, no necesariamente en orden de importancia. Como afirmó la diputada Lilia Lemoine, el abogado que representa a Arrieta es Yamil Castro Bianchi, del equipo de Juan Grabois. El audio con los gritos de Arrieta y la foto con el patito en la cabeza no son testimonio de su estabilidad mental ni de su fiabilidad. No sorprende que dentro del cottolengo que es LLA se cuelen estos personajes. Lilia al final era la más normal.

En cuanto a los chats, no se revela nada ilegal, sólo a una armada Brancaleone planeando una movida política que los supera. La pregunta que nos hacemos es: si el objetivo final era presionar para que los detenidos obtuvieran la domiciliaria, ¿para qué se sacaron una foto como si estuvieran en Disney comiendo un pancho con el Pato Donald? O, como dijo Diego Sehinkman, tomando la leche con Carozo, Narizota y Astiz. Sólo lograron que Olivera Ravasi fuera expulsado de la diócesis de Zárate-Campana, que el kirchnerismo se aprovechara del mental breakdown de Lourdes Arrieta y que el presidente Javier Milei saliera muy claro a despegarse y decir que esta no es su agenda.

Es evidente que dentro del Gobierno conviven los liberales y los conservadores, que el segundo grupo está liderado por la vice Victoria Villarruel –que cada día está más enemistada con el presidente– y que esta movida tiene más que ver con ella.

Dicho todo esto, no podemos dejar de formular una pregunta incómoda: ¿es correcto que se les niegue a los detenidos por crímenes de lesa humanidad mayores de 70 años la prisión domiciliaria? La ley 26.472 (sancionada en 2008) no discrimina por delito cometido, sólo dice que si el interno es mayor de 70 años (o está enfermo, etc.) su otorgamiento queda a criterio del juez.

Son cosas que nos preguntamos mientras la diputada del patito en la cabeza lee el Nunca Más por primera vez a los 31 años.

“Permítanme que les cuente brevemente quién soy”. Así empezó la presentación del Dr. Manuel José García–Mansilla en la audiencia pública que tuvo lugar en el Senado el miércoles para solicitar su designación como Juez de la Corte Suprema de la Nación. Lo que continuó fue el relato biográfico de un argentino incólume, de alma federal, que no tiene, al parecer, ninguna intención de resignar nada de lo que cree por la posición a la que lo postularon.

Nacido en San Carlos de Bariloche, pero criado entre Río Negro, Misiones y Salta, el Dr. García–Mansilla presenta una mirada singular, por demás valiosa, sobre “el complejo mosaico que es el interior”. Como estudiante, en Buenos Aires, hizo la carrera trabajando. Subiendo y bajando escaleras en Tribunales, consiguió calle y sabiduría; entender, por ejemplo, que “los conflictos y dramas más íntimos” son muchas veces también “los más trascendentes”. Sobre el sacrificio y el esfuerzo –como la deuda cuadruplicada que él y su mujer tuvieron que enfrentar en el 2001 con un hijo recién nacido– rescató el valor del temple y el carácter, regalándonos, como si fuéramos merecedores de semejante juez, un giro borgeano: “son esas pruebas las que nos ayudan a convertirnos en quienes realmente somos”.

El Dr. García–Mansilla es un enamorado de nuestra Constitución nacional. Liberal, de una atención ineludible a los detalles, conoce el texto como sólo podemos conocer aquello que amamos. Lejos de darlo por sentado, dimensiona en toda su magnitud el genio de argentinos como José Benjamín Gorostiaga, Juan María Gutiérrez y Juan Bautista Alberdi. Es una anomalía que podamos confiar en todo su pasado, del que saca, sin dudas, el vigor y el rigor que pone a disposición de la Argentina. Destacamos la forma en la que le contestó al senador Parrilli, por su rareza: sobrio, sin dejar de decir nada y sin agredir, dejó muy en claro su posición.

Si está convencido de que la Constitución es una gran obra que puede ser la fundación de un país espectacular, es porque la leyó con sentido crítico, la entendió, la comparte y la defiende. Su ingreso en la Corte Suprema sería un triunfo indiscutible para el país. El Dr. Garcia–Mansilla –cuyo apellido, nacido de la unión entre Eduarda Mansilla y el antirrosista Rafael García, según cuentan las genealogías, es símbolo del cierre de la primera grieta tras el rosismo– augura un regreso luminoso a los padres fundadores de nuestra patria.

El miércoles tuvo lugar en el teatro Gran Rex el Cris Morena Day, organizado y transmitido en vivo por el canal de streaming Olga. El homenaje fue conducido por la mismísima Cris Morena junto a la figura del canal Nati Jota, y contó con la asistencia de grandes figuras de los elencos de las telenovelas ChiquititasRebelde WayFloricientaCasi Ángeles y Aliados. Fue el evento más visto del año en la Argentina, superando los 370.000 espectadores en YouTube en el momento en que Lali Espósito apareció en el escenario. Hubo acampes y filas kilométricas de fans para sacar entradas. Y, por supuesto, desfilaron los memes, las críticas mordaces y los boomers no entendiendo nada.

La convocatoria fue principalmente de adultos jóvenes, de entre 25 y 40 años, que vivieron el éxito de estas series televisivas durante su adolescencia, por lo que fue una jornada de nostalgia y escapismo.

Tampoco faltaron las voces cancelatorias, que se alzaron a decir que Cris Morena “le arruinó la cabeza a una generación”, ya sea por promover estereotipos de belleza o un ideal cuestionable de amor romántico.

No podríamos decir que Cris Morena arruinó a una generación porque no es seguro que sin ella se hubieran salvado, y porque las generaciones anteriores tampoco estaban tan bien que digamos. Pero los acontecimientos culturales suelen expresar mucho acerca del contexto en el que fueron producidos. En aquellas míticas telenovelas, los héroes siempre eran los huérfanos carenciados, que eran víctimas de los ricos malos.

Cris Morena romantizaba una pobreza que no tenía nada que ver con la que en esa época crecía y se ocultaba de las estadísticas, sino que era una pobreza canchera y musical, vestida con 47 Street. Floricienta cantaba “Pobres los ricos” y los Teen Angels, “Nenes bien”, destilando desprecio hacia una clase que según ellos no sabía disfrutar ni apreciar lo bueno de la vida. Paradójicamente, con su retórica de la opción preferencial por los pobres, Cris siempre se manejó en su vida personal con una mentalidad empresarial rapaz, por la cual ha enfrentado severas críticas y hasta denuncias. En casa de herrero, cuchillo de palo.

Pobres los ricos que tanto tienen
Que ya ni saben lo que no tienen
Les faltan sueños, les faltan ganas
Les falta el tiempo, les falta el alma
Les sobra el miedo de perder algo
Les sobran kilos, les sobra panza
Les falta el tiempo de la esperanza
Les falta el aire de las mañanas
Les falta el viento sobre sus caras
Les sobra todo y no tienen nada
–”Pobres los ricos”, Floricienta

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