Gracias a Dios es viernes

#50 | ¿Queda algo más por ver?

Grabois rompe el silencio. Un H.I.J.O. que mató a su madre.

El presidente que vino a terminar con el patriarcado era, a fin de cuentas, el peor de los patriarcas. Aliado estratégico del cuerpo de la mujer, golpeaba el de la suya embarazada. Frente a esta catástrofe moral, un amplio espectro del feminismo kirchnerista diseñó un escape casi perfecto: si no fuera por nosotras –enfatizaron convencidas– la paliza que recibió Fabiola en pandemia hubiera quedado impune; si no fuera por nosotras, no hubiera podido denunciarse, ni habría capturado la atención de nadie; si no fuera por nosotras, ninguna mujer hubiera podido ir en contra de la cabeza del Estado.

Al llenar de moretones a la madre de su hijo, el presidente que votaron les dio la oportunidad de ostentar el alcance de su revolución. Así, con palabras y grandes financistas, el sector más deshonesto de la izquierda intenta despegarse del fusilado social, Alberto Fernández, y levanta su cabeza en el aire como un trofeo. Lástima que no haya sido la fuerza de la ola verde sino el chanchullo de los Seguros lo que posibilitó la denuncia de Fabiola Yáñez. Podríamos preguntarnos por qué cae Alberto y no Massa u otro (la cantidad de cosas que no sabemos es abrumadora). ¿Quién querría matar a un muerto? ¿Cristina, que el día de la denuncia publicó una foto en México posando “casi como si hubiera un regocijo en hacerse la pelotuda con el tema”?

Quizá valga la pena imaginar otra hipótesis: que con este gobierno improbable haya llegado gente nueva, inexperta en matufias, que todavía no le debe nada a nadie y que cuenta, cuando llega, lo que ve. Así saltan por todas partes negocios turbios y relaciones peligrosas. De la caja de Fabiola salen cosas espeluznantes, como videos de Fernández borracho y psicopatón tomando éxtasis diluido en cerveza con Tamara Pettinato, despatarrada en el despacho presidencial, bardera y licenciosa. Mientras el país devora con asco la sordidez del ex mandatario, se empieza a entender hasta qué punto ha sido humillada la investidura presidencial en Argentina. Antes de que termine el día, sale a la luz el ojo morado de la ex primera dama. ¿Queda algo más por ver? ¿Qué hay más abajo del fondo?

Breaking: Juan Grabois rompe el silencio. Bueno, en verdad tampoco estábamos tan al tanto de que el militante social y amigo del Papa se había impuesto a sí mismo la promesa de no hablar públicamente por un mes (guiensó), pero pasaron veinte días y la urgente realidad nacional lo interpeló: el compromiso de un intelectual con esta grave hora de la Patria tardó en hacer tolerable tanto mutis por el foro.

Bueno, en realidad, parece que no fue por culpa de la Patria sino de nosotros, simples ciudadanos y usuarios de redes sociales, que lo molestamos tanto a Juan con nuestra ansiedad que no tuvo más remedio que ponerse a tuitear. Y no un hilo, sino un verdadero comunicado, quizás un petit essai, un tratado al paso. Un opúsculo, un poco largo para corto y corto para largo. Que empieza diciendo precisamente que somos unos densos que lo importunamos y lo obligamos a escribirlo.

La cuestión es que Juan dice que no es momento de hacerse el boludo. No al menos como ciertas compañeras que no estuvieron a la altura de sus responsabilidades, funcionarias que no funcionaron. Caras de cemento. Clasistas y frívolas. Sin dar nombres, cualquiera diría que se refiere a Elizabeth G.A. No, así es muy obvio y no queremos botonear, mejor digamos E. Gómez Alcorta.

Pero Juan no viene a pasar facturas, sino a rendirle cuentas a su gente. A explicar su proceder, a reflexionar o incluso a teorizar sobre política al más alto nivel estratégico. Y lo que les dice a sus compañeros y seguidores es que sí, que se hace cargo de haber militado y votado candidatos presidenciales indignos. Tanto en 2015 como en 2019 y 2023. Porque “enfrente estaba la oligarquía hambreadora. Muchas veces en la vida hay que elegir en base a opciones reducidas, a una situación que no podemos determinar, que escapa a nuestra voluntad. El problema es creerte que el sapo que te comiste es un San Martín que elegiste”.

Bien Juan, valiente. No se esconde y está dispuesto a dar la cara, a poner en blanco sobre negro a todos y cada uno de los “trepadores, lopezreguitas, corruptos, pajeros e hipócritas, amiguitos o amantes” con quienes le tocó en suerte compartir el campo popular. Todavía no se había enterado del H.I.J.O. que mató a la madre (ver más abajo), ni del irresistible poder de seducción de cierta voz de fuelle pinchado (ver más arriba), pero no le vamos a restar méritos. Lo importante es nunca bajar los brazos, regenerar el espacio, purificarlo.

Se despide a lo grande Juan, en mayúsculas, en voz alta y firme. Y él acusa: “A LOS ANARCOCAPITALISTAS Y POSMACRISTAS QUE NATURALMENTE FESTEJAN CON SU ETICISMO DEL HAMBRE TODO LO QUE CREAN LOS PUEDE BENEFICIAR: LOS VAMOS A APLASTAR POLÍTICAMENTE CON LA BANDERA CELESTE Y BLANCA DE LA JUSTICIA SOCIAL QUE LEVANTAMOS CON ORGULLO”.

Muy fuerte, man.

El domingo leímos con cierta preocupación que había sido encontrada muerta, con signos de violencia (a.k.a. asesinada), Susana Montoya, la madre de Fernando Albareda, un funcionario de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación e integrante de la agrupación H.I.J.O.S. En la vivienda habían dejado un mensaje que decía: “Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos”.

Estamos acostumbrados a las falsas denuncias. Recordamos aquel secuestro de la docente que había organizado ollas populares durante el Gobierno de Cambiemos que apareció después con la panza marcada con la frase “ollas no”, que resultó ser un autosecuestro y una autolesión. Recordamos también la sospechosísima denuncia de abuso de la militante de H.I.J.O.S. Sabrina Bölke, que dijo que el 5 de marzo dos personas la esperaron adentro de su casa, la golpearon, abusaron sexualmente de ella, la amenazaron de muerte y escribieron en la pared las siglas VLLC (Viva la libertad, carajo) y la palabra “ñoqui”. Decimos “sospechosísima” porque después de brindar una ronda de entrevistas a medios del palo, la noticia desapareció. Teniendo en cuenta lo insistentes que son los compañeros cuando hay un caso impune, resulta un poco llamativo que ellos mismos no hablen más del tema. Como si supieran que no tienen nada que reclamar y prefirieran hacerse los boludos.

Pero en este caso había una víctima, había una persona asesinada. Algo había pasado. Albareda salió de rotation como Bölke con Ari Lijalad y con Julia Mengolini acusando al gobierno de Javier Milei por habilitar con sus discursos de odio a que cualquiera cometiera una locura, como por ejemplo matar a su madre, lo que parecía una deducción un poco apresurada, pero lo cierto es que sí, su madre estaba muerta.

Pero qué ingenuos que fuimos. Es que todavía superan nuestra capacidad de asombro. Resulta que ayer la Justicia ordenó la detención de Albareda y lo acusó del asesinato de su madre. Así es: no sólo se lo acusa de haberla asesinado a golpes, sino también de haber escrito él mismo los anónimos con las amenazas. Las próximas semanas la familia debía cobrar 76 millones de pesos de resarcimiento con motivo de la reparación histórica por el secuestro y asesinato de Ricardo Fermín Albareda Kalemberg, el padre de Fernando y marido de Susana. Parece que el muchacho no quería compartir la plata.

En definitiva, el Gobierno y el clima de época no tuvieron nada que ver. Fue una vez más la izquierda mintiendo (y esta vez incluso asesinando, como en los viejos tiempos), para obtener un rédito político y económico personal.

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