El viernes pasado el ministro de Economía Luis Caputo citó en una entrevista con Jony Viale los datos de inflación de un bot de X que mide la canasta básica de Jumbo, que había dado -5% en la primera semana de abril (es decir: una importantísima deflación). El lunes, el presidente Javier Milei citó ese mismo bot en la entrevista que le hizo Alejandro Fantino. La realidad es que ese bot era un fake, no analizaba los precios de Jumbo sino que ponía números exageradamente optimistas a la manera de burla al oficialismo. “Esta cuenta es un experimento social. Nunca analizó precios, ni existió ningún bot que siguiera los productos de Jumbo. Pero sí sirvió para una cosa: ver la necesidad que tienen muchos en mostrar resultados que la realidad les niega”, tuiteó el falso bot el lunes a la noche.
La oposición se hizo un festín, previsiblemente. Es que está bien que la inflación esté bajando, pero ¿cómo va a haber deflación? Ni aunque sea sólo la canasta básica, ni aunque sea sólo una semana. Además, no resulta muy tranquilizador que quienes llevan las riendas del país confíen en los datos de un bot falso de X. Pero de las burlas lógicas y esperables pasaron a las comparaciones estúpidas.
La humorista kirchnerista Malena Pichot tuiteó: “Imagínate si CFK en una entrevista daba números de una cuenta falsa. IMAGINATE EL ESCANDALO NACIONAL”. Ignorando que Cristina alteró las cifras oficiales durante nueve años. El diputado radical Rodrigo de Loredo fue más allá: “El Indec fue la cuenta fake del kirchnerismo. Jumbot, sin querer, la de los libertarios”. ¿Le parece, diputado, que es lo mismo alterar las estadísticas oficiales que confundirse y citar una cifra equivocada en una entrevista?
Lo más importante es el error en el que incurrió el propio @Bot_Jumbo con eso de “la necesidad que tienen muchos en mostrar resultados que la realidad les niega”. Es cierto que es probable que la ansiedad lo haya hecho a Caputo morfarse un fake, pero no se puede decir que la realidad le esté negando nada: la inflación está bajando. El miércoles el ministro de Economía citó un bot de Coto (real) que informaba que la variación de precios de la canasta básica en los primeros diez días de abril había sido nada más que del 0,6%. Sí, nos sacudieron con las tarifas y las prepagas, inevitable, pero el torniquete aplicado a la emisión está dando frutos.
Eso sí: sería bueno que los funcionarios largaran un poco tuiter.
El lunes la baterista Andrea Álvarez denunció en X que había sido víctima de una estafa a manos de quienes habían sido sus amigos: Claudio Morgado y su mujer Vanesa Moreno. Resulta que, en noviembre pasado, Moreno le había ofrecido unas computadoras MacBook Pro baratas (demasiado baratas: dos por 1.500 dólares, cuando eso es lo que sale una sola en Estados Unidos) que ella pagó, pero nunca le entregaron. Después de escuchar las mil y una excusas, Álvarez comentó entre sus amigos lo sucedido y descubrió que el dúo Morgado-Moreno eran conocidos en el ambiente por estafas de esta índole. Y ahí fue que decidió hacerlo público.
A partir de ahí empezaron a conocerse otros casos, como el de la periodista Bárbara García, hermana de Camilo, que denunció públicamente y ante la Justicia que Moreno le ofreció “zapatillas a precios baratísimos”. Ella le dio 350.000 pesos y asegura que una persona de su entorno le dio 2.500.000. Las zapatillas nunca aparecieron.
El miércoles Morgado le dio una nota a Guillermo Andino en A24 en la que aseguró que la culpable de todo es su mujer (“mi querida Vanesa”) que padece un trastorno psiquiátrico que la lleva a vender cosas que no tiene, que él se acaba de enterar de todas las estafas y que por eso la internó en un psiquiátrico. También prometió que se hará cargo de todas las deudas, que ascienden a 15.000 dólares (aunque remarcó que no está obligado legalmente, pero lo hará por una cuestión moral).
Más allá de si creemos o no en las excusas de Morgado, lo importante de toda esta novela es que expone como ninguna otra la hipocresía kirchnerista. Vanesa Moreno prometía artículos importados a menor precio y lo hacía entre los amigos de Morgado, todos ellos pertenecientes al mundillo nac&pop. ¿Cómo conciliás la defensa de la industria nacional, del proteccionismo y de la alta carga impositiva con traer una computadora del exterior de contrabando para pagar menos? Casi que haber sido estafada por una compañera de ruta es un acto de justicia poética.
Morgado, por otra parte, aun si le creyéramos a pie juntillas su descargo, fue precandidato a senador el año pasado por el MIJD Confederal Partido Movimiento Izquierda Juventud Dignidad, flanqueado en la boleta por Santiago Cúneo como precandidato a presidente y por Chinda Brandolino como precandidata a diputada. Digamos que mejicanearle una luca y media verde a Andrea Álvarez no es lo peor que hizo en su vida.
Es desopilante lo que está pasando en los medios con los nuevos billetes de 10.000 y 20.000 pesos. En enero, cuando el Banco Central los anunció y dijo que iban a estar listos en junio, Maxi Firtman, autor de Seúl, tuiteó el posible aspecto que podrían tener los nuevos billetes, con Manuel Belgrano y Remedios del Valle (en el de $10.000) y Juan Bautista Alberdi (en el de $20.000). Lo hizo en diez minutos, editando las imágenes con su teléfono, no demasiado bien. Por ejemplo, en el de Alberdi sigue diciendo al costado “CIEN PESOS – María Eva Duarte de Perón”.
Se ve claramente, pero a los medios no les importó: llevan meses, pero sobre todo estos últimos días, usando las imágenes de Firtman para ilustrar el aspecto de los nuevos billetes, a pesar de que el Banco Central todavía no se los mostró a nadie. Hay culpables de todo tipo: Telenoche, Ámbito Financiero, la TV Pública, Clarín, Infobae y La Nación+, entre muchos otros. ¿Ningún productor o editor miró estos billetes de cerca para darse cuenta de su diseño apresurado y de los errores en los montos y los nombres? Aparentemente no. Se fueron copiando unos de otros, replicando información falsa, sin chequear ni fijarse si en la web del Banco Central había información nueva sobre los billetes (no la hay).
Un caso sensacional, en definitiva, para reflexionar sobre un montón de cosas, por ejemplo las fake news, que los periodistas insisten en achacarles a las redes sociales cuando la realidad es que son los propios medios los que con frecuencia diseminan información falsa. A veces, como en este caso, sin maldad, sin “sobres”, sin operaciones, sólo por pereza, estándares flojitos y la necesidad de correr a toda velocidad detrás de la competencia. Esperemos (no te ofendas, Maxi) que los billetes de verdad sean más lindos. Deberíamos saberlo pronto.
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