En un país normal el escándalo que terminó de explotar esta semana con el diputado Rodolfo Tailhade y sus conexiones con un espía que pinchaba teléfonos de jueces, políticos y empresarios sería suficiente para acabar con las posibilidades de una victoria del oficialismo en el balotaje. Pero este no es un país normal.
No es que nos sorprenda de Tailhade, no tenía pinta de tipo honesto e íntegro precisamente y de hecho gracias a las denuncias que revoleaba y su posición como director de Contrainteligencia de la SIDE durante el gobierno de Cristina era un secreto a voces que estaba más cerca de la servilleta que del repasador. Pero ahora, a diez días de las elecciones, vemos chats en los que le pide a un oscuro ex-policía, seudo-periodista y espía llamado Ariel Zanchetta (hoy preso) datos sobre Luis Juez.
Otro que cayó en la volteada es Fabián “Conu” Rodríguez, camporista que había estado en Télam y ahora está en la AFIP, que le había pedido información a Zanchetta sobre una “compañera”, curiosamente, Victoria Tolosa Paz. ¿Se estarían reproduciendo? No sabemos. La cuestión es que Rodríguez fue allanado y el fiscal pidió su detención, pero por ahora el juez la rechazó.
Los veteranos de Twitter recordamos a Rodríguez porque era @conurbanos, un conspícuo ultrakirchnerista muy activo en la época de la batalla contra Clarín y el kirchnerismo utópico. Has recorrido un largo camino, muchacho, pero hacia abajo: la justicia te prohibió salir del país, repartís pauta oficial a cambio de datos privados de adversarios políticos, hacés operaciones falopa en sitios web fantasma, defendés un gobierno con el 40% de pobres, el 140% de inflación, militás a Sergio Tomás Massa, que te quería meter preso (bueno, casi lo logra), y esta nueva oposición con serias chances de ganar el domingo 19 te va a hacer extrañar a Macri, basura, vos sos la dictadura. Una parábola emblemática. Pero no nos ilusionemos: igual que el país puede seguir empeorando sin “explotar”, el kirchnerismo y sus acólitos pueden seguir descendiendo en las tinieblas sin desaparecer.
Ahora que está de moda hablar de “peligros para la democracia”, ¿cuán peligroso es para la democracia un Estado repleto de estos personajuchos inescrupulosos en cada rincón de los gobiernos nacional y provinciales, con presupuestos a su disposición, espías inorgánicos de la AFI revoloteando y todos los resortes del poder? En Seúl creemos que es peligrosísimo.
La guerra en Israel continúa y el antisemitismo mundial sigue en aumento, pero ahora se sumó un hecho inquietante: dos presuntos terroristas de Hezbollah fueron detenidos en Brasil, supuestamente por planear un atentado a edificios de la comunidad judía. Más allá de que esto sería una prueba más de que el conflicto no es territorial sino religioso (a menos que los árabes consideren que los judíos les arrebataron el Mato Grosso o algo así), demuestra cómo América Latina y sus gobiernos de izquierda aliados de Irán son un colador.
En julio el ministerio de Defensa de Bolivia firmó un acuerdo con el de Irán que generó una alerta de la DAIA y un pedido de explicaciones del gobierno argentino. Luego de los ataques del 7 de octubre y la respuesta israelí, Bolivia retiró a su embajador de Israel y varios países de la región pidieron el cese de fuego. Está claro que de qué lado de la mecha nos encontramos.
Para colmo hubo un raro entredicho entre el gobierno de Lula y el Mossad. La agencia de inteligencia israelí anunció que había ayudado a los servicios secretos brasileños a dar con los sospechosos y el gobierno de Netanyahu aprovechó a relacionar la operación con la guerra en Gaza. Ayer salió muy ofendido el ministro de Justicia y Seguridad Flávio Dino a decir que “agradecemos la ayuda internacional, pero rechazamos la idea de que cualquier autoridad extranjera dirija a las fuerzas de seguridad brasileñas, o utilice nuestras investigaciones con fines propagandísticos para sus intereses políticos” y agregó que las investigaciones se habían iniciado antes del ataque del 7 de octubre.
Es bastante gracioso el largo tuit de Flávio Dino porque sin nombrar al Mossad (en una actitud bastante infantil y despechada) reconoce que recibió ayuda, lo cual es lógico y no tiene nada de malo, pero necesita golpear la mesa como esos débiluchos que simulan fortaleza. También porque es evidente que al gobierno de Lula no le cae nada simpático Israel y de alguna manera recibió su ayuda a regañadientes. Fique tranquilo Flávio, coma um shawarma.
El miércoles alrededor de las 12.30 del mediodía tocó suelo patrio el jet privado Dassault 7X que transportaba a la cantautora norteamericana Taylor Swift, que vino a dar tres shows en el estadio de River Plate en el marco de su gira The Eras Tour. Las 250.000 entradas se habían agotado en apenas tres horas el 5 de junio, cuando el dólar estaba en $490 e Insaurralde era un dirigente con futuro. Cada entrada fue un puñal para Miguelito Pesce, que veía esfurmarse los dólares de las reservas a medida que las swifties hacían click.
Pero no importa, señores, Argentina es indestructible y por más mishiadura que haya las entradas de entre 16.000 y 75.000 pesos volaron (hoy costarían entre 25.000 y 120.000 aprox, pues no tenemos aún la inflación de octubre) porque los billetes nos queman en las manos. Esos brasileños que se burlaban de nosotros rompiendo billetes ahora somos nosotros mismos. Antes de las elecciones estábamos todos pensando en qué cosas comprar en cuotas para licuar y ya todos tenemos pagas las vacaciones. Esto es una olla a presión.
El día después de las elecciones puede pasar cualquier cosa y no nos atrevemos a pronosticar ni quién puede ganar ni qué puede pasar en caso de que gane uno u otro, pero hay una sensación de tensa calma. Y también desorientación. La Nación les preguntó a las swifties a quién iban a votar y el pequeño muestreo le dio una amplia victoria a Massa con tres votos, Milei quedó atrás con uno solo, dos en blanco y tres indecisas.
Sabemos que entre los votantes de Milei las mujeres son amplia minoría, también puede haber jugado el sesgo del periodista anónimo de La Nación que eligió los testimonios, pero no importa demasiado porque es un juego y es más jugoso verles la cara: una sola (votante de Massa) lo dice con un convencimiento férreo. Nosotros nos quedamos con el comentario en el video de Instagram de un tal chsamu que puso: “Si votan a Massa después no van a tener ni para pagar un boleto para ver a Los Totora”.
A pesar de que Cuba es un verdadero paraíso socialista, ocho atletas cubanas decidieron abandonar la delegación de los Juegos Panamericanos que se están disputando en Chile y pedir asilo político, las muy desagradecidas. Al gobierno de Gabriel Boric, integrado por el Partido Comunista, esto no le hizo mucha gracia. Y aunque parezca mentira, el secretario general del PC Lautaro Carmona culpó, sí, al bloqueo de Estados Unidos.
Lo más gracioso es que en este mundo del revés en el que vivimos, las atletas fueron asistidas por gente de la derecha, qué horror: el diputado de Renovación Nacional Diego Schalper y el ex asesor de migraciones del gobierno de Sebastián Piñera, Mijail Bonito, que es su abogado representante, y también la alcaldesa de Las Condes, Daniela Peñaloza, del partido Unión Demócrata Independiente, que les ofreció trabajo.
Boric todavía no dijo nada y los antecedentes de asilo político a cubanos en Chile no son para nada favorables (y no sólo en gobiernos de izquierda, hay que decir), pero quizás este caso de perfil alto, que ha sido aprovechado por la oposición, sea difícil de ignorar. Igual, ellas ya están hablando como personas libres y cuentan el martirio de su vida en la isla:
“Podemos ver a la familia dos veces al año. En caso de que ocurra algo grave o algo urgente, puedes pedir permiso y te dejan ir. Pero si por decisión tuya dices que quieres ir a la casa, no puedes. Pasamos unas rachas muy malas, malas. No teníamos calzado. Estábamos entrenando con un zapato sí, un zapato no. No teníamos implementos. No teníamos protectores para la cara. Y tuvimos que esperar a que nos hicieran una donación y esperar a que el país aprobara si nos lo podían dar o no para poder entrenar”.
Pero lo más tremendo es el relato que hacen de cuán vigiladas estaban durante su estadía en los Panamericanos. No podían salir solas a ningún lado, siempre acompañadas por alguien de la seguridad o un entrenador. Tuvieron sólo una ventana de quince minutos para escaparse y si eso fallaba, tenían decidido salir corriendo en el aeropuerto.
Si no reciben asilo político tendrán que volver a Cuba, donde les esperan hasta ocho años de cárcel por deserción.
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