Gracias a Dios es viernes

#10 | La pasión peronista por el ocultismo

El nervous breakdown de Ramiro Marra. El odio kirchnerista a Marcos Galperin.

Cuando Silvina Batakis fue nombrada ministra de Economía el 4 de julio del año pasado, luego de la intempestiva huída de Martín Guzmán, el coro de feministas estatales lo celebró por su condición de mujer. La situación era caótica y hasta se dudaba de que el Gobierno pudiera terminar su mandato, pero ellas se obstinaban en su agenda. La imagen era la de un edificio en llamas y las víctimas, ahogadas por el humo y con la piel ampollada, fijándose si los bomberos eran varones o mujeres.

Finalmente Batakis no duró ni un mes en el cargo, el dólar blue subió un 25%, la inflación de ese mes fue de 7,4% y nos dejó expresiones como “el derecho a viajar colisiona con la generación de puestos de trabajo”. Fue eyectada con poca elegancia: se enteró en el aeropuerto, a la vuelta de su primer y único viaje a los Estados Unidos para reunirse con el FMI. Esa falta de elegancia no fue subrayada por el coro de feministas estatales porque, como se sabe, antes que feministas son estatales.

Pero obtuvo un premio consuelo: la dirección del Banco Nación. Y el domingo, en el programa Periodismo Para Todos, revelaron que ese premio fue más que un consuelo: Batakis aprovechó para contratar a su exmarido como gerente de sistemas, le dio un aumento delirante a la gerente general María del Carmen Barros, esta a su vez contrató a su hijo y, esto es lo más pintoresco, a Pitty La Numeróloga, la “numeróloga de los famosos”. Todo esto, sin la aprobación del directorio.

¡Una numeróloga en el Banco Nación! Hasta ahora nadie salió a explicar exactamente en qué consistieron sus servicios salvo ella, que dijo que le hizo “coach personal” a Barros. Pero el problema no es sólo que le haya pagado con la tuya, contribuyente, sino también que la gerente general del Banco Nación considere a la numerología una ciencia. Es cierto que la inclinación del peronismo por el ocultismo no es nueva, pero hacía rato que los muchachos optaban por otra clase de seudociencias, como las que aseguran que la emisión monetaria reduce la inflación o que exportar alimentos es una maldición.

La diputada de Juntos por el Cambio Graciela Ocaña hizo la denuncia, el fiscal Guillermo Marijuán abrió la investigación, allanó el Banco Nación e imputó a Batakis y a Barros por incumplimiento de los deberes de funcionario público, defraudación contra la administración pública y peculado. Un final poco elegante para quién fuera el año pasado la última esperanza de las progres.

Parece que Javier Milei está “guardado” esperando el debate del domingo, pero su lugar lo ocupó su alférez Ramiro Marra, candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que se sobreexpuso esta semana no sólo con el debate del miércoles sino también con un par de entrevistas que se viralizaron y lo mostraron tan inestable y poco preparado como su líder.

El martes el periodista Tomás Méndez lo entrevistó sobre la cuestión de los medios públicos. Recordemos primero quién es este Méndez. Estamos hablando de un tipo que dijo “no me extrañaría que los judíos crearan el coronavirus y ya tuvieran la vacuna” y que fue echado de C5N y Radio 10 por organizar un escrache en vivo en la casa de Patricia Bullrich (no, luego del comentario antisemita no lo habían echado). Ahora tiene un programa en Canal 4 Extra, donde también es director de contenidos. El canal, dicen algunos, está financiado por el chavismo. Un tipo al que no invitaríamos a nuestro cumpleaños, Tomás Méndez.

Así y todo, el que quedó como un tonto fue Marra, y no porque Méndez haya estado particularmente hábil. Intentó decir algo que pensamos todos, que los medios públicos son usados por el kirchnerismo para bajar línea partidaria, pero lo dijo de la manera más estúpida posible: “en Paka Paka dicen que los españoles son los malos y los argentinos son los buenos, yo soy español, ¿entonces soy malo?”. El clip se viralizó rápidamente (nadie mira realmente Canal 4 Extra) y las burlas al gallego Marra se multiplicaron. La diputada Sabrina Ajmechet explicó mejor que Marra cual es el problema de Paka Paka. En fin, podría ser nada más una anécdota graciosa, pero hay algo serio detrás: el daño que estos personajes les hacen a las ideas liberales puede llegar a ser duradero.

Su nervous breakdown continuó durante el debate del miércoles, en el que se lo vio exaltado, casi como queriendo imitar la violencia verbal de su líder. A pesar de eso recibió una bofetada que le entró justo. Resulta irónico que quien se la haya propinado haya sido la candidata del Frente de Izquierda Vanina Biasi, que se salió del libreto y le dijo “¿y a vos qué carajo te importa lo que hace la gente?” después de que él se quejara porque vio en un piquete a una mujer amamantando a su hijo. El cross fue perfecto no sólo por el timing sino también porque desnudaba el hecho de que es un chamuyo que los mileístas tengan como norte la libertad.

El odio que le tienen los kirchneristas a Marcos Galperin es para estudiarlo. No es este el lugar para ensayar una explicación sociológica, pero seguramente se enmarca en el odio general que le tienen a todo emprendimiento privado, a todo lo que huela a meritocracia, y en el caso de Mercado Libre esto está multiplicado por su valor de mercado, que es mucho. También odian a Arcor, pero un poco menos.

Recordemos que la semana misma en que Juntos por el Cambio perdió las PASO en 2019, Galperin –que había apoyado explícitamente a Macri– se reunió con el todavía candidato a presidente Alberto Fernández y quien luego sería su ministro del Interior, Wado de Pedro. Cuando salió de la reunión tiró un tibio “hay que buscar diálogo y consensos”, pero a mediados de diciembre se mandó a mudar, literalmente, a Uruguay, donde ya había vivido durante todo el kirchnerismo y de donde había vuelto en 2015.

A los K les molesta que Galperin y su fortuna se hayan escapado de sus garras y le ladran a través del charco por Twitter, generalmente en la voz de Juan Grabois. Y últimamente Galperin contesta. Pero ahora el Gobierno pasó a la acción con una medida que no sólo perjudica a Mercado Libre (y a sus usuarios) sino que también beneficia a los bancos. Con la excusa de evitar los fraudes, el Banco Central modificó el Debin, que permitía ingresar dinero automáticamente de una cuenta de banco asociada. Según Mercado Libre, sólo el 0,02% de las transacciones resultaban en un fraude. La modificación complica el fondeo de las cuentas de Mercado Pago que, dicho sea de paso, dan intereses, cosa que no dan las cajas de ahorro comunes de los bancos.

El miércoles, sin embargo, apareció el ministro salvador Sergio Massa a dar de baja la medida. ¡Gracias Sergio! Y no sólo eso: dijo que había acordado a cambio una reducción de las comisiones. Uno se pregunta: ¿pero entonces había fraude o no había fraude? Si había fraude, ¿por qué dan marcha atrás? ¿O no había fraude y era todo verso para que Massa quede como el salvador? ¿O era un apriete para bajar las comisiones?

Pero todo puede estar aún más improvisado. Según informó el jueves a la tarde La Nación, el directorio del Banco Central no recibió ningún pedido formal de Massa: “No se entiende qué quiso decir”. El chanterío está alcanzando niveles estratosféricos.

 

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