Gracias a Dios es viernes

#93 | Ganamos, perdimos, igual nos divertimos

El Toto y sus muchachos, algo pasados de rosca. Fernanda contra Yanina, ¿de qué lado estás? La maldición del vicepresidente.

Derrota digna de Seúl. El viernes pasado a la noche se entregaron los premios Martín Fierro del periodismo digital en el Golden Center de la Costanera, y ahí acudimos con nuestras mejores ropas para si ver ganábamos alguna estatuilla y cumplir nuestro sueño de decirle al país: “¡Gracias, APTRA!”.

Estábamos nominados dos veces: nuestro editor general, Hernanii, como mejor editor periodístico, y nuestra editora Victoria Liendo a “mejor entrevista” por su inolvidable conversación del año pasado con Mariano Llinás. Perdimos, contra La Nación e Infobae, ¡el establishment!, y nos volvimos a nuestras casas con las manos vacías.

Igual aprovechamos para comer nuestro lomo desmechado y tomar nuestras copas de vino, saludar a colegas que dijeron cosas lindas sobre nosotros y aplaudir a los ganadores, fingiendo alegrarnos por ellos. Por supuesto que nos habría gustado ganar, pero como pasa con esas peliculitas desconocidas en los Oscar, ya nos considerábamos ganadores por haber sido nominados y reconocidos. El año que viene, eso sí, vamos por todo. A ganar.

Señalar que lo mejor del gobierno de Milei es su equipo económico ya es un lugar común. Los logros conseguidos hasta ahora por la banda del Toto son notables, a la vez que se observa una saludable coordinación y homegeneidad entre sus integrantes. No parece haber conflictos, internas ni nada muy extemporáneo que pueda afectar la ejecución de las políticas.

Así y todo —siempre va a haber un pero—, hay algo que nos pone un tanto incómodos. No llega a ser una molestia, ni siquiera un nerviosismo. Es algo más parecido a aquella ilusión inmediatamente anterior a Qatar 2022, cuando cualquier comentario ilusionado por las posibilidades de la Scaloneta era inmediatamente matizado con un “anulo mufa”. Porque, y a esto queremos ir, ¿no les parece que están un poquito pasados de confianza los pibes del Toto Caputo? Por no decir un poco bocones.

Y esto va más allá de tener un programa de streaming en el boliche del Gordo Dan o de mostrar en público una confianza a prueba de balas: entendemos que la economía se maneja mucho con expectativas (en todos lados, y muchísimo más en Argentina), pero tal vez se estén pasando un poquito con la manija.

Porque también pasa que, más allá de cualquier polémica por tal o cual swapeo de tasa para hedgear riesgo Libor en contexto de suba de la tasa del Fed, a lo que apuntamos es a la famosa cuestión de actitud. Observamos un tanto sorprendidos a funcionarios que en la época de Miauricio no decían esta boca es mía, y que ahora en cambio salen a fajarse con quien pinte como un gordo tuitero cualquiera.

Puede ser que al Toto sí se le notara desde hace tiempo cierto espíritu pendenciero, pero ahora se lo ve jugadísimo. No son pocos los medios no abiertamente kukas que se nota que le tienen unas ganas locas al Gobierno, que están esperando que se manden una macana horrenda de verdad (por qué exactamente, bueno, daría para largo), y no son menos los que a cuento de cualquier cosa le señalan al ministro quizás una de sus compadradas más recientes y arriesgadas: “Comprá, campeón, no te la pierdas”. Sí, se refería a comprar dólares si te parece que están baratos (ahora un poco menos, pero sí, está barato el dólar;  no jodamos). Papito.

En estos últimos días la cuestión fue el desarme de las LEFI, lo cual llevó a una abrupta subida de tasas para evitar que se escapara el billetín. Presumimos que nada grave, error menor, nada que no se arregle con unos mangos más y algunas décimas de actividad menos. Pero por lo que más quieran, muchachos, si aflojamos con el porongueo las cosas pueden salir bien igual.

Una nueva guerra de titanes irrumpe en el mundo del chimento y, esta vez, no es tan fácil elegir de qué lado estar. De un costado del ring, la periodista Fernanda Iglesias; del otro, la panelista y ahora también conductora Yanina Latorre . El conflicto se dispara por un mensaje que recibe la primera sobre la vida íntima de la segunda. ¿Qué hacer con ese chisme caliente? ¿Lucrar o no lucrar? ¿Ajusticiar o no ajusticiar?

El audio en cuestión es de una docente de 56 años que se presenta a sí misma como una persona “de re perfil bajo”, que es “lo más sano que hay” y que jamás haría algo como lo que está a punto de hacer. “¿Qué perfil bajo, puta de mierda? ¡Estás mandando un audio contando todo, nadie te está obligando, lo estás contando porque lo querés contar, hacete cargo boluda, y está todo bien”, la increpa Martín Cirio , muerto de risa e indignación.

Fernanda recibe la información y la guarda, pero más tarde —cansada de recibir agresiones y escuchar mentiras sobre su vida— decide ventilar los supuestos cuernos que Diego Latorre le estaría metiendo a Yanina, reina del prime en la Argentina de Javier Milei.

Muchos se dirán “te tocó, urraca”, como si su caso fuera el de Mengolini, que le hace a los demás lo que no le gusta que le hagan a ella. ¿Pero cómo puede la voz chillona y estridente de Yanina no calarles hondo? Si algo dejó en claro es que a ella, que es rica, los cuernos no la desestabilizan. “Cornuda pero millonaria”, es su línea de defensa. Ostenta su éxito y la plata que sabe ganar inflada como un gallo, sin pudor ni culpa. Mediocre, fracasada, pobre: los adjetivos que elige para su contrincante son tristes y duros, como casi todo lo que cuenta.

“Me da cosa decir todo lo que hablé con Diego, porque pobre…”, arranca Fernanda. “Si no lo sentís no lo cuentes”, la aconsejan en el piso. “Yo no quería mostrar esto”, dice una; “vos y los 100.000 seguidores pedorros que tenés”, vocifera la otra.

Lo cierto es que la pelea por el éxito, el rating y el cartel parece haber recuperado un antiguo vigor.

La maldición del vice está llegando a su punto más álgido. La semana pasada, Milei llamó “traidora” a Villarruel por no haber levantado la sesión en la que se aprobaron las leyes que atentan contra el equilibrio fiscal, y el miércoles el habitualmente sereno jefe de Gabinete Guillermo Francos admitió que hay una crisis política.

La vice venía evitando la polémica y aunque fue a Tucumán para el 9 de Julio (demostrando así que los problemas climáticos que adujo el presidente para ausentarse eran todo verso), dijo que no quería polemizar. Claro que después de la sesión fallida y el epíteto de Milei, decidió destapar la olla: “Cuando el presidente decida hablar y comportarse adultamente podré saber cuáles son sus políticas, dado que no habla”, fue una de las cosas que dijo. “Si fuera desleal, hace rato que estoy haciendo merengue con lo que veo”, fue otra, que sonó a amenaza no tan velada.

Algunos dicen que Victoria sueña con que Milei no pueda terminar su mandato y asumir como salvadora de la patria. Más allá de que parece muy improbable que esto vaya a suceder (por suerte), no deja de ser gracioso imaginarse a los progres que acusaron a Macri de prodictadura y luego a Milei de lo mismo, verse ante la tenebrosa posibilidad de que Victoria Villarruel se siente en el sillón de Rivadavia.

Como dijimos: no va a pasar y si pasara, estaríamos en contra. Pero la fábula del pastor mentiroso está a la vuelta de la esquina.

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